De todos los musicales en película que he visto, el único que realmente disfruto es Chicago. Me encantan sus coreografías, y las canciones están perfectamente integradas en la trama. Aunque siempre me llama la atención que Catherine Zeta-Jones filmó la película estando embarazada, lo que quizás explica por qué sus movimientos de baile parecen más cuidados. Durante muchos años, Chicago ha sido mi refugio cuando me siento triste. Su energía y ritmo tienen un efecto antidepresivo en mí.
También disfruté Bailando en la oscuridad, principalmente porque Björk es una artista excepcional. Sin embargo, no la he visto tantas veces como Chicago, y no me genera el mismo efecto reconfortante. No me cierro a los musicales, pero pocos logran capturar mi atención como una buena película convencional. Por eso, hasta ahora no he visto Emilia Pérez. Aunque es un musical, las críticas no han sido muy favorables, y eso me ha hecho dudar. Además, su reciente nominación a 13 premios Óscar no me convence de su calidad. Más bien, me hace cuestionar el estado actual de la industria cinematográfica.
¿Reflejan los premios Óscar la decadencia del cine?
Los premios de cine, especialmente los Óscar, han evolucionado significativamente en los últimos años. Aunque siempre han tenido un componente político, hoy es más evidente que la narrativa alrededor de una película puede pesar más que su calidad artística. Emilia Pérez ha generado un debate interesante porque, aunque puede tener méritos, la cantidad de nominaciones que ha recibido parece desproporcionada en comparación con otras películas. Esto plantea varias preguntas sobre cómo funciona la industria del cine hoy en día.
Las campañas de premiaciones: Las campañas para ganar premios se han convertido en una industria multimillonaria. No es casualidad que películas con grandes presupuestos para promoción terminen con más nominaciones. Los estudios invierten en cabildeo, eventos y estrategias de visibilidad que pueden inclinar la balanza a su favor.
El discurso social: En muchos casos, lo que se premia no es la película en sí, sino lo que representa en términos de discurso social, diversidad o inclusión. En el caso de Emilia Pérez, la historia de un narcotraficante transgénero es un tema que encaja en la agenda de ciertos sectores de la industria. Aunque esto no es malo en sí mismo, cuando se convierte en el principal criterio de premiación, la evaluación artística queda en segundo plano.
La influencia de los votantes: En teoría, los premios son decididos por miembros de la industria, pero la forma en que se les presenta una película influye mucho en sus decisiones. Hay votantes que ni siquiera ven todas las películas nominadas y se dejan guiar por la opinión predominante o las tendencias del momento.
El papel de las plataformas de streaming: Empresas como Netflix y Amazon han cambiado las reglas del juego. Por ejemplo, Netflix retiró a Karla Sofía Gascón de la campaña de promoción en Estados Unidos, lo que demuestra que, más allá del arte, hay intereses económicos en juego.
¿Quién decide qué película merece un premio?
En teoría, los críticos, los festivales y los miembros de las academias de cine son los encargados de evaluar las películas. Sin embargo, en la práctica, el sistema está tan influenciado por la mercadotecnia y la política interna de la industria que es difícil afirmar que existe un criterio puramente artístico.
La pregunta clave es: ¿Las 13 nominaciones de Emilia Pérez reflejan su calidad o el éxito de su campaña publicitaria? Si esta misma película hubiera sido una producción independiente, con un director menos conocido y sin una maquinaria de relaciones públicas detrás, ¿habría tenido el mismo impacto? Probablemente no. Y eso sugiere que los premios ya no son tanto una validación de calidad, sino de influencia y estrategia.
Conclusión
El caso de Emilia Pérez es un ejemplo más de cómo los premios de cine han dejado de ser un reflejo fiel de la calidad cinematográfica. En su lugar, se han convertido en un campo de batalla donde las campañas de marketing, las agendas políticas y los intereses económicos juegan un papel decisivo. Esto no significa que Emilia Pérez sea una mala película, pero sí plantea dudas sobre si las nominaciones que ha recibido son realmente merecidas o simplemente el resultado de una estrategia bien orquestada.
Mientras tanto, seguiré refugiándome en Chicago cuando necesite un poco de alegría, y tal vez algún día me anime a ver Emilia Pérez para formarme mi propia opinión. Pero, por ahora, prefiero quedarme con los clásicos que sé que no me decepcionarán.
Tanto el musical de Chicago como la artista Björk (en general) son dos gustos que compartimos. Apenas el año pasado vi Chicago por primera vez, y la experiencia es como la describes: llena de música, sentimientos y una historia atrapante.
No hablaré mucho de Emilia Pérez porque estoy negada a verla; es algo a lo que decido no dirigirle mi tiempo ni atención. Estoy muy de acuerdo con la desviación de las premiaciones, especialmente las premiaciones famosas hollywoodenses. No hay reconocimiento real, inclusión, diversidad o representación de las críticas populares. Se volvió un negocio entre amigos.
Hace tiempo empecé a adentrarme en el mundo del K-pop y, aunque no sea mi grupo favorito, reconozco el impacto global y musical que tiene BTS, no solo en su audiencia, sino a nivel mundial. El hecho de que haya récords que indican que, si están presentes en una premiación en Hollywood, aumenta la cantidad de personas interesadas y, al mismo tiempo, nunca ser reconocidos por los Grammys por su talento musical, coreográfico y de composición, me dejó clara mi postura sobre este tema.
Realmente somos responsables de encontrar contenido de calidad que se adhiera a nuestros gustos y a aquello que nos llame la atención o nos haga sentir. Esta es una tarea de extrema dificultad, ya que, con el internet y tantas plataformas de creación de contenido, se vuelve un mar eterno de búsquedas. Creo que lo mejor que podemos hacer es seguir investigando y creando nuestro propio algoritmo personal de gustos. Descubir tanto lo bueno de lo malo (con excepción a Emilia Pérez porque soy rencorosa jajajaja) y seguir compartiendo nuestras ideas, pues siempre habrá alguién en acuerdo y desacuerdo, ya que todo termina siendo subjetivo.
Desde que me llegó la notificación de este post tenía pendiente leerlo, aprecio mucho tus comentarios y poder aprender más de ti!
Y vengo a confirmar la magía de Chicago, jajajaja.